domingo, 9 de septiembre de 2012

Género y Diseño


Género y diseño
Escrito por: Alma Martínez.
Publicado en: http://foroalfa.org/articulos/genero-y-diseno

La importancia de incluir la perspectiva de género dentro del ámbito del diseño, tema fundamental para resolver problemas de inequidad entre las personas.
Incluir la perspectiva de género dentro de la disciplina del diseño, debe considerarse fundamental para resolver problemas de iniquidad que existen entre hombres y mujeres. Los estudios de género tienen, entre sus objetivos, producir investigación específica desde una visión multidisciplinar, de igual manera que sucede con los estudios sobre diseño.
Al hablar de género, se refiere a una construcción social y cultural asignada que se genera a partir de las diferencias de los cuerpos, focalizando en la designación de masculino y femenino. Género no es lo mismo que sexo. La perspectiva de género es una categoría de análisis de la realidad social, y se convierte en una herramienta de conocimiento que nos ayuda a identificar la forma en que cada individuo simboliza y construye su realidad, tal como sucede con el diseño. La diferencia es que el primero analiza en qué momento las diferencias se convirtieron en discriminación, desigualdad, exclusión.
Un término asociado a género es el «feminismo», que no es un sinónimo de éste y que, incluso, de manera equívoca se coloca como antagonista del machismo (siendo este una conducta transgresora del hombre hacia las mujeres), mientras que el feminismo es una corriente de pensamiento, teoría, de la cual existen varios tipos y diversos autores.
El género es una construcción social, por lo cual la podemos deconstruir. No pretende ser un nuevo campo de conocimiento, sino que lo retoma de otras áreas, donde se cuestiona y se abren espacios para la discusión. Trata de reconocer la diversidad y las diferencias. Por ello es importante que junto con el diseño, se forme una nueva manera de reflexionar las imágenes y los objetos que se configuran desde la academia.
En un primer acercamiento a los estudios de género, decidí comenzar un análisis sobre cómo viven las mujeres que estudian diseño industrial, al hacer uso y manejo de herramientas y cómo son vistas ante los círculos que las rodean. Objetos que forman parte fundamental de su quehacer dentro de la carrera, artefactos que conocen, usan y manejan, pero que fueron creados a partir de una visión masculina. Antes de puntualizar la idea, haré una breve reseña histórica sobre el papel de las mujeres en el diseño industrial, tema que ya ha sido abordado por diversas teóricas e historiadoras del diseño.
Toda vez que el número de alumnas crecía muy rápidamente en la Escuela de la Bauhaus, en 1921, el director de centro Walter Gropius recomendó una prueba de ingreso más severa para las chicas, con el fin de limitar su número y evitar así experimentos innecesarios. (Extraído de la Circular del Consejo de Maestros de la Bauhaus del 15 de marzo de 1921)
En la Bauhaus, aunque considerada una escuela de artes aplicadas reformada, existían ciertas ideas en cuanto a que la práctica artesanal era femenina y que la técnica y el diseño eran masculinas. Con los años, la matriculación de mujeres bajó de manera considerable. En el primer curso de 1919-1920 había 51 mujeres matriculadas frente a 61 hombres. En el curso de 1932-33, el último, había 17 mujeres frente a 125 hombres.
Ya para las décadas de los cincuenta y sesenta, en Europa —nos dice Isabel Campi—, la escuela más destacada fue la Ulm1, donde estudiaron 26 mujeres, pero en libros de historia oficiales, destacan pocos personajes como Jutta Ohl, más por el hecho de ser esposa de uno de los profesores más influyentes. Aunque en este periodo las estudiantes no se sintieron discriminadas, según una investigación sobre las mujeres en Ulm, solo 10 concluyeron sus estudios. Muchas de ellas, se casaron con compañeros o profesores, por lo cual sacrificaron su creatividad por la familia. Entre las estudiantes destacadas encontramos a María Aurora Campos, primera diseñadora mexicana industrial graduada.
En el caso mexicano, el diseño industrial comenzó con un gran auge precisamente por una mujer; Clara Porset, aunque de origen cubano, su gran desarrollo profesional lo consiguió en el país, influenciada por los grandes maestros y maestras de la Bauhaus y por la cultura mexicana, logrando generar un estilo que combinaba una estética moderna con un toque prehispánico.
En 1964, la revista I.D, especializada en el tema, comenzó a lanzar hipótesis sobre la baja presencia de estudiantes mujeres de diseño industrial. Entre las ideas, sostenían que cuando se casaban, abandonaban la carrera y que no se les inculcaba el gusto por esta disciplina de tipo técnico, y además, los empresarios se rehusaban a contratarlas por no generar conflictos con los varones. Sin embargo la revista también destacaba que había muchos empleadores que contrataban diseñadoras para dar un toque femenino a los objetos.
A diferencia de otras áreas como el diseño gráfico o el diseño de modas, en diseño industrial la presencia de las mujeres en la academia es menor, ya que por ser una disciplina en la cual se involucran asignaturas que implican el uso y manejo de herramientas (actividad vinculada a las destrezas masculinas), en pocas ocasiones se relaciona con conductas femeninas, que ciertos sectores dan por hecho que es una habilidad que desconocen por el solo hecho de ser mujeres.
El caso de la FES Aragón2 tiene sus particularidades, ya que en este campus de la UNAM, el trabajo sobre objetos es mayor en comparación con otras instituciones y campus, existiendo más asignaturas y proyectos en cada una de ellas que implican el uso y manejo de herramientas de manera recurrente durante toda la carrera.
En 1976 ingresaron 10 mujeres (respecto a 41 hombres); para 2010: 50 mujeres (respecto a 60 hombres). Actualmente se encuentran inscritas 165 mujeres. Desde entonces han pasado 700 mujeres y 1951 hombres (en los últimos años son más las mujeres las que se reciben).
El análisis busca identificar y explorar a partir del método de las representaciones sociales la visión de las estudiantes de diseño industrial, al hacer uso y manejo de herramientas. Contrastar posturas para poder generar un debate e incluir la perspectiva de género de una manera transversal en el plan de estudios de la carrera, tanto en el perfil de las egresadas, como en los proyectos que se desarrollan dentro de los talleres de diseño industrial primordialmente. La investigación se centra desde el debate de lo femenino y masculino como categorías de análisis.
En el ámbito del diseño industrial, la perspectiva es totalmente masculinizada, se habla de un buen diseño y por ende de un buen diseñador, pocas veces se habla de una buena diseñadora. La referencia ha sido masculina; entre profesores, personajes históricos, y profesionales reconocidos, predominan los varones. Además, la entidad más importante para los diseñadores es el «usuario» y aunque existe el término «usuaria», entre los diseñadores pocas veces se aplica.
Mi primer hipótesis es que si las herramientas están diseñadas para ser utilizadas por varones, entonces, la relación y perspectiva que tienen las mujeres al hacer uso de ellas asume indudablemente una postura diferente. Dentro del diseño de la investigación, realicé un primer cuestionario a 50 alumnas; 18 de tercer semestre, 14 de quinto y 18 de séptimo. Del resultado, comparto una sección que expuso algunas vivencias de las estudiantes:
«Cuando voy a comprar algún material ya sea a la ferretería, maderería o el simple hecho de ir a comprar una pintura, la mayoría de las veces hay hombres que te tratan como si no supieras nada […] También me ha pasado que no me atienden hasta el final». (Alumna de tercer semestre)
«Un día que iba en taxi y el conductor me preguntó qué estudiaba, a lo que yo contesté: diseño industrial y él respondió: ¿Eso no es para hombres?». (Alumna de tercer semestre)
«Cuando he tenido que ir a manufacturar, en especial en la herrería, me han ignorado hasta que llevo la compañía de mi papá». (Alumna de quinto semestre)
«En una ocasión cuando fuimos a preguntar unas dudas […] de cierta forma a mí me ignoraba y sólo le daba la explicación a mi compañero». (Alumna de séptimo semestre)
Hasta el momento podríamos comprobar que la primer hipótesis resulta cierta. Incluso pareciera que la idea de herramienta fue tan solo un pretexto para mostrar la incomodidad de un sector femenino estudiantil, que reflexionó sobre las representaciones sociales que tienen por el hecho de usar, manejar y conocer objetos que culturalmente han sido asignados a hombres.
Los objetos significan muchas cosas, hablan de nuestros gustos e intereses, han estado siempre presentes en la historia de la humanidad y de ellos podemos especular sobre la edad que tenemos, a qué grupos sociales pertenecemos y de qué países somos. Pero también, los objetos de diseño asignan roles de conductas masculinas o femeninas.

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